La Ayuda de Dios Cuando se Sufre 3
By: Dr. John Ankerberg, Dr. Michael Easley, Joni Eareckson Tada; ©2014 |
A.T.R.I P. O. Box 8977, Chattanooga TN 37414 |
Programa 1 – Finishing Well
Introducción
Announcer
Hoy en el Programa de John Ankerberg
Dr. Michael Easley
Hay lugares a los cuales todo el mundo acude, John, pero cuando todos los apoyos se vienen para abajo, te quedas a solas con Dios y el reconocimiento, que sólo estas tú y el dolor, y dices, no puedo más; Cindy no me puede ayudarme; nadie más me puede ayudar; los medicamentos no pueden ayudarme. Y está bien, está bien decir: “Me siento solo, Señor, y estoy angustiado, y en verdad necesito Tu ayuda.”
Announcer
¿Cómo Dios te puede ayudar el día que escuchas malas noticias de tu médico? Cuando te das cuenta que vas a vivir con un dolor y el sufrimiento el resto de tu vida. ¿Cómo Dios puede ayudarte para vivir cada día bajo circunstancias tan difíciles? O cuando reconoces que te estás acercando al final, ¿Cómo Dios puede ayudarte en ese instante?
Joni Eareckson Tada
Comencé a pensar en todos los momentos en los que Dios me ha ayudado, en cosas pequeñas, en pequeñas maneras, en grandes maneras. Y de alguna manera lo vi todo a través de la peculiar, torcida, confusa realidad de mi parálisis.
Announcer
Mis invitados de hoy son el Dr. Michael Easley, Presidente Emérito del Instituto Bíblico Moody, y pastor principal en la Iglesia Comunidad Bíblica en Brentwood, Tennessee; y JoniEarecksonTada, fundadora de “Joni& Amigos”, un ministerio internacional para personas discapacidad. Escúcheles hablar acerca de, “La Ayuda de Dios Cuando Se Sufre”, en esta edición especial del Programa de John Ankerberg.
Dr. John Ankerberg:
Bienvenidos a nuestro programa, nuestros invitados son el Dr. Michael Easley and JoniEarecksonTada. Y hoy comenzaremos contigo, Joni, Nuestra serie de programas han sido para personas en nuestra audiencia que están sufriendo. En primer lugar, tú escuchas las malas noticias, hemos cubierto eso ¿Qué es lo que pasa por tu mente? ¿Qué hace Dios por ti? Luego hicimos el Segundo programa al cual lo llamamos, “Cuánto Va a Durar” Ahora, hemos llegado al hecho del final, la muerte se acerca, para aquellos que nos están mirando ahora mismo, pueda ser estés a punto de morir dentro de una semana, o puede ser en 24 meses, o no sabes cuándo llegará, pero saben que llegará, bien, vamos a hablar acerca de cuándo se acerca el final, pues ambos de ustedes pensaron que iban a morir en varias veces, en especial tú, Joni, Y quiero regresar a algunos de estos eventos, y me gustaría introducirlo de la siguiente manera. Tú te rompiste el cuello cuando tenías 17 años, tú has estado en esa silla de ruedas por 46 años, y durante los últimos 12 años has sido atormentada por este punzante dolor con el cual nadie puede ayudarte. Y en el 2010, encima de todo esto, se te dijo que tenías cáncer de mama. Bien, ¿Qué paso por tu mente?
Tada:
Bien, el primer día que se me dio el diagnostico, la depresión se me quito, pues pensé, “Éste es mi billete para irme al cielo.”
Ankerberg:
¡No, me digas!
Tada:
Con toda razón, por fin voy a estar fuera de mi silla de ruedas después de todos estos años, tantas décadas, y en la última década sufriendo con tanto dolor. Pero en el mismo instante mire hacia los ojos de mi esposo, y vi sus lágrimas, y le escuche decir a mi hermana Jay, quien había venido de California para ayudarme con mi mastectomía y mi quimioterapia, y él dijo, “pueda ser que pierda a mi mejor amiga.” Y cuando le escuche decir eso, eso cambio totalmente mi forma de pensar, comencé a mirar a mi cáncer de una manera totalmente diferente. Mire atrás en mis años de dolor crónico y mi parálisis, y así como en Jeremías 12: “Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo, pues, vas a competir con los caballos?”
Pues bien, en la década anterior he estado en una carrera bastante seria con el dolor crónico. Pero ahora, con el cáncer, estaba en una carrera en contra de caballos. Y todas las lecciones que he aprendido—En cómo apoyarme en Jesús, las Escrituras que han significado tanto para mí, los himnos que me he cantado a mí misma para consolar mi alma en medio de la noche—todo eso para ayudarme a ver al cáncer como, ¿sabes qué? Dios va hacer algo bastante grande con todo esto. Y con frecuencia cito al Dr. John Piper, “Este cáncer no va a ganar si muero; solo ganará si fracaso en acudir a Jesucristo, pero si muero o no, voy a apoyarme fuertemente a Jesús.”
Los últimos tres años con cáncer nos han acercado a mi esposo y a mi mucho en una cálida intimidad, de manera personal, ha mezclado nuestros corazones en una unión tierna alrededor de la Palabra de Dios. Sé que es extraño decir esto, pero no cambiaría esto por nada en el mundo. Además, tengo está gran esperanza acerca del cielo, John, soy una fanática de Jonathan Edwards, el gran teólogo americano, en una ocasión él dijo, que “todo lo que hagamos aquí en la tierra tiene una directa correlación con nuestra capacidad de tener gozo, servicio y adoración en el cielo.” No quiero mal gastar mi sufrimiento, y de seguro que no quiero malgastar mi dolor, y no voy a malgastar mi cáncer, voy a involucrarme activamente asociándome con Dios para invertir en las glorias celestiales, no solo para mi bienestar sino también por mi esposo, él es todo para mí.
Y si llevo esta corona alrededor de mi cuello, para mí es un collar. No sé si las personas en la televisión pueden verlo, pero es en realidad una pequeña corana. No voy a mal gastar ni el cáncer, ni el dolor, ni la parálisis, porque estoy acumulando coronas en el cielo para poder ponerlas a los pies de Jesús. ¡Que glorioso día será!
Ankerberg:
Sí, creo que necesitarán un camión para llevar todas esas coronas. Pero hablemos de ken y tú, pongámonos un poco personal, en tu libro, Una Historia de un Amor Sin Contar, donde cuentas, amigos tienen que escuchar esto, pero antes, y para todos aquellos que están a punto de morir, quiero que volvamos a esto, antes de ir allí, bien, tu estas sintiendo este dolor, ese dolor punzante y la rutina diaria estaba a ambos de ustedes empujándolos al precipicio, y los estaba separando, quiero que nos hables un poco de cómo Dios comenzó a cambiar a cada uno de ustedes, y cómo este cáncer los acerco a ambos.
Tada:
Recuerdo una noche que estaba batallando con neumonía, y mi esposo tenía que levantarse varias veces para apretar mi abdomen y golpear en mi espalda, él me ayudaba a toser y sus manos estaban llenas de mis fluidos, y él decía, “respira, respira, Joni, vamos tienes que respirar.” Y yo me encuentro allí tratando de respirar, y me siento como que ya no puedo más. Y con frecuencia le he dicho a Ken que, sabes, “cuando muera a lo mejor será de neumonía.” Pues me han dicho que según las estadísticas la médula espinal se daña, y recuerdo una noche en particular, luchando con neumonía, era horrible, es decir, ya era suficiente estar paralizada, acostada de espaldas, con la gravedad como tu enemigo, pero encima de eso, no poder respirar y sentarme era tan tenebroso, así pues, durante la noche Ken tenía que levantarse varias veces para sentarme en la cama, ponerse por atrás y apretar mi abdomen, golpear mi pecho, sus manos están llenas saliva, la flema está por todo sus brazos, y él me está animando y animando, y me acuesta de nuevo, y estoy agotada, y él se va a dormir de nuevo, yo estoy agotada, y recuerdo orar, “Jesús, necesito verte, esta noche necesito sentir que me tocas, necesito saber que tú estás aquí, muéstrate, Jesús, Tu mismo.”
Bien, me dormí por un momento, pero luego la flema comenzaba a acumularse y tenía que llamar a Ken de nuevo. Él se levanta, y viene de nuevo, y con la poca luz de la lámpara de noche, volteo a ver, y le dije, “Tu eres Él, tú eres Él.” Y él me dijo, “¿Quién?” Y yo le dije, “Tu eres Jesús.” Fue un momento de victoria, pude ver a través de los ojos de mi esposo y pude ver el rostro de Jesús. Y fue una revelación para mí, de como Dios me había dado a mi esposo para ser mi salvador, mi rescatador, mi libertador, para presentarme, como una embajadora de Jesucristo, un libertador terrenal de esta maravillosa y celestial liberación espiritual que Cristo me había ofrecido, Ken se estaba ofreciendo al estar a mi lado como mi representante, él era mi salvador, por lo menos aquí en la tierra, representando a Jesús, vaya, justo en medio de mi dolor.
Ankerberg:
Puedes decir una palabra a aquellos que están enfermos y tienen personas como Ken cuidando de ellos. Personas que cuidan de ellos, algunos de ellos se sienten atrapados, y no pueden escapar, sus fuerzas se han terminado, y ya es como la décima vez, “por favor despierta y gírame. Y tú ya no querías llamar la onceaba vez, la doceava vez. ¿Qué pueden decir los que están enfermos a los que cuidan de ellos? Vamos a cubrir esto un poco más adelante, pero por ahora, háblanos un poco de ello.
Tada:
“¡Gracias, gracias!” Nuestras vidas deben de ser una larga demostración de gratitud para aquellos que alivian nuestras heridas, que comparten nuestras cargas, quienes llevan nuestros cuidados, quienes interceden por nosotros. “Gracias.” Y decirlo desde lo más profundo del corazón, con espíritu de gratitud, eso es algo tan preciado cuando estás sufriendo, así pues, no solo digas gracias, sino reafirma a esas personas que están a tu alrededor, reconociendo los esfuerzos que están haciendo. Yo, con frecuencia digo a Ken, “mi amor, eres maravilloso, me siento tan poco, admiro tu perseverancia, reconozco ese carácter en ti, y para mí me habla mucho de cómo puedo perseverar. Gracias, mi amor.” Todas estas son maneras de expresar gratitud, una simple afirmación de lo que Dios está haciendo en sus vidas, pues nosotros que estamos enfermos, adoloridos, tenemos la gran oportunidad de animarlos en Cristo, de edificarlos, de unirnos al Espíritu Santo y venir a ser parte de su propia santificación, su propio crecimiento en Cristo. Esa es una obra maravillosa para alguien como yo en una silla de ruedas: Tenemos que agradecer a los que nos cuidan desde lo profundo del corazón.
Ankerberg:
¿Qué le dirías a una persona que se está muriendo en este momento? ¿Cómo pueden calmar su corazón? ¿Qué quieres que sepan acerca de Jesús? Si la próxima semana comienzas a irte de picada, ¿En qué vas a confiar?
Tada:
Bueno, me gustaría pedir a nuestros amigos que nos están viendo de tener al lado de la cama una lista de Escrituras que sean su ancla en medio de la tormenta. En el libro “El Progreso del Peregrino” hay un maravilloso capítulo hacia el final donde el Peregrino se enfrenta a ese río turbulento que él tiene que cruzar antes de entrar en la Ciudad Celestial. Y su fiel compañero, La Esperanza, ha estado a su lado todo ese tiempo. Y él pone su mano sobre el hombro de Esperanza, y juntos ponen pie en este río turbulento de la muerte. Y la corriente es tan fuerte, los remolinos son tan grandes, que Peregrino siente que se está hundiendo. La Esperanza nunca mira hacia atrás; él siempre mantiene su mirada al frente hacia la Ciudad Celestial. Pero el Peregrino sabe muy bien de mantener su mano en el hombro de la Esperanza.
Esas escrituras al lado de tu cama pueden ser tu manera de mantener tu mano en el hombro de la esperanza, buscando al Señor Jesús, al verlo como tu bendita esperanza, él te puede conducir a través de ese río turbulento de la muerte a ese momento glorioso cuando pongas tu pie en esas orillas celestiales, y dejas atrás la muerte, la enfermedad, la discapacidad, el dolor, la angustia y eres nacido al regazo del cielo, y comienzas a sonreír y comienzas a llorar y miras a tu alrededor y dices: “Sabía que iba a ser bueno, pero no puedo creer que sea tan bueno, es realmente así de tan bueno.” Y esos son pensamientos que refuerzan y mantienen tu corazón centrado en donde tiene que estar, con la mirada fija en Jesús, no sólo el autor, pero el consumador de nuestra fe.
Ankerberg:
Así es, siempre me imagino a Jesús poniendo Su mano sobre mí y Él no me va a soltar. Pueda ser que yo sea demasiado débil para aguantar, pero no tengo por qué preocuparse, porque Él va a sostenerme cuando cruce ese río.
Michael, tú también estuviste a punto de morir. Comparte lo que creíste en ese momento y aplícalo a esta situación, cuando entras en la habitación de alguien que se está muriendo—pueda ser el esposo, la esposa, tal vez incluso un niño. La familia está alrededor de la cama del paciente y la persona que está muriendo quiere saber, ¿Cómo pueden estar seguros de que van a ir al cielo? Pueda ser que hay otros miembros de la familia que están un poco escépticos acerca de hablar de Dios, pues la persona está sufriendo. En primer lugar, ¿Cuál es el mensaje que puedes transmitir a las personas que están muriendo, o que ven por delante que van a morir muy pronto? ¿Qué quiere Dios que sepan?
Easley:
El Dr. Howard Hendricks, un gran amigo y mentor durante 30 años, tenía este dicho, “Pensamos que vamos de la tierra de los vivos a la tierra de los muertos, cuando es todo lo contrario: vamos de la tierra de los que mueren a la tierra de los vivientes.” Y me maravillo, John, que en el Evangelio de Juan varias veces Jesús se muestra turbado, Él está turbado en Su espíritu, Él está turbado en Getsemaní, Y, sin embargo, después del discurso del Aposento Alto, cuando Judas lo traicionó y se fue, lo primero que les dice a sus discípulos es: “No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas, muchas mansiones para vosotros.”
Y esto me maravilla pues la solución para la ansiedad, la angustia y el miedo es la confianza. Cristo se enfrenta a una muerte insoportable, el término latino insoportable es el de crucifixión—una muerte insoportable a nuestro favor. Y todos nos volvemos temerosos cuando nos enfrentamos a ese momento. Y cuando caminamos cerca de ese momento de estar a punto de cruzar al otro lado. Y no lo sé; así como Joni, hay veces que he deseado morir, prefiero morir que vivir con esto. Pero, sabes, hay personas como; Ken que está aquí, Cindy, mis hijos están aquí. Todavía hay algo que compartir y vivir fielmente todo el tiempo que podamos.
Así que, en primer lugar, yo diría que, número uno: está bien sentirse turbado. Cristo estuvo turbado. Pero la solución es creer en Dios. Y en esa enseñanza que sabemos tan bien, la del versículo 6 que dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Así pues, confiemos en la obra de Cristo, Aquel que estuvo turbado, que llevó todo nuestro pecado, tu pecado, mi pecado, el pecado de Joni, todos nuestros pecados en la cruz. La ira de Dios fue derramada sobre Él en nuestro lugar, por nosotros. Así pues, al confiar en Su vida, muerte, sepultura, y lo más importante, Su resurrección, Él nos concede no sólo el perdón de los pecados, pero la vida eterna. Esta vida es opaca, nublosa, oscura; es un vapor, pero nos aferramos tanto a ella, al cuidado de nuestra salud, nos aferramos tenazmente a la existencia de estar libre de dolor, y me pregunto, cuando nos despertemos en el ambiente celestial, que es a donde vamos, “¿Por qué nos preocupamos tanto en aferrarnos a esta vida, puesto que no es vida? Es la tierra de los mueren a la tierra de los vivientes.” Y la esperanza que tenemos en Cristo es la única esperanza que sé poder dar.
Así que, ya sea que se trate de un niño, un padre, o la familia irritada en está en la sala de espera, lo que comparto es el mensaje simple que Cristo comparte con sus discípulos: “No estén turbados; crean, no teman; Confíen en Mí.” Pero cuando cruces esa orilla, como un viejo himno dice, “cuando las cosas de este mundo se vuelvan extrañamente oscuras,” deberíamos de modificarlo a decir, “que las cosas de este mundo no son nada para nosotros, pues nuestras mentes explotarán cuando Le veamos cara a cara. Creo que la esperanza del cielo es algo que tenemos que reavivar. Estamos aferrados al lugar equivocado, estamos tratando de hacer que el cielo sea la tierra; y la tierra, en su mejor estado, nunca será nada mejor que una estación de autobús limpia, pues estamos viajando a un país por descubrir, a una nueva tierra, a la nueva esperanza con Él.
Ankerberg:
Si la persona que está en la cama te dice, “Michael, no tengo a Jesús en mi vida, ¿Cómo puedo recibir a Cristo? ¿Qué tengo que hacer?”
Easley:
Efesios 2:8-9 nos dice que “Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe” La gracia es un favor inmerecido en vista de una ira merecida. Todos estamos en un vagón de tren con destino al infierno, un favor inmerecido en vista de una merecida ira, por gracia habéis sido salvos, por fe; fe es el medio por el cual, es la manera como nos abrazamos, nos aferramos, adquirimos. Me gusta la palabra “creer”, “confiar”, tener fe en Cristo.” “por gracia sois salvos, por la fe, no de nosotros.” Tú y yo no podemos hacer nada para ganar la atención de Dios. “Pues, no es un resultado de obras.” ¿Por qué? Porque si no podría mirar a Joni y decir, Joni ha hecho todo esto mucho mejor que yo, has de vivir como Joni. John, él ha hecho las cosas muy bien, vive como él. No, no puedes hacer eso, no hay indicaciones que nos digan que hemos de hacer cosas como otra persona. Así pues, “no es el resultado de obras.” ¿Por qué? Porque podríamos gloriarnos: Y decir, hazlo como yo, hazlo como Joni, No, es un regalo de Dios y los destinatarios se sujetan a ese regalo, confían en quien se los da.
Así, solamente di, “pongo mi fe en Cristo por la gracia; creo en Él a través de la fe; no por lo que pueda hacer, si no por lo que Él ha hecho. Y lo maravilloso es que Él me da, me da vida eterna, vida eterna, no una vida invalida, no una vida de dolor, no una vida de depresión, no relaciones desagradables, una vida eterna con Él, sabes, la realidad, John. Si vamos a vivir por siempre, tiene que ser con Cristo o separado de Cristo. Estos cuerpos no fueron dados para que duraran para siempre, pero fuimos diseñados a la imagen de Dios, y viviremos por siempre ya sea con Cristo o aparte de Él. Y el regalo está disponible para cualquiera o todo aquel que crea.
Ankerberg:
Ahora mismo, creo que hay bastante personas que están escuchando y dicen, “quiero tener a Jesús,” si lo que estás diciendo es verdad, ellos quieren tenerlo, ellos quieren ir al cielo, y quieren tener a Jesús, reconocer que son pecadores, Michael, ellos saben que no tienen nada con que presentarse ante Dios y ninguna razón por la que Dios les permita entrar al cielo, ellos saben que no van en esa dirección, me gustaría que los dirigieras en una oración que puedan hacer ahora mismo, que permitan que Cristo venga a sus vidas, donde puedan invitar a Cristo entrar a sus vidas, si ellos desean que Él venga a sus vidas, tan solo que venga a sus vidas, ¿Puedes hacer esa oración? Amigos, me gustaría que hicieran esa oración con Michael, si en verdad quieres invitar a Jesús en tu vida para que sea tu Salvador, que te lleve al cielo, que perdone tus pecados.
Easley:
Podría ser tan simple como esto, y esto no es una oración para mí o para John o Joni, esta es una oración a Dios, Tu Padre. Y sería simplemente algo como esto. “Querido Padre, reconozco que soy un pecador, nada de lo que pueda hacer puede ganar tu atención o conseguir tu favor. Pero Tú me amaste y enviaste a Cristo a morir por mí, en mi lugar, en mí nombre. Y confiando, creyendo, poniendo mi fe en ti, recibo un regalo gratuito llamado vida eterna. Tú me perdonas mis pecados y me trasladas del destino de la muerte y separación a una relación con Cristo para siempre. Gracias por este don inefable del perdón de los pecados, de una relación con Cristo y que ahora moras en mí en la Persona de Su Espíritu. Y que mi vida sea de gratitud por todo lo que has hecho. Te lo pido en el poderoso, resucitado nombre de Cristo, Amén”.
Ankerberg:
Gracias. Romanos 10:13 es una promesa a para ti, y si tu hiciste esa oración, éste dice: “Todo aquel” – ¿Qué quiere decir esto? Significa que es por ti; puedes poner tu nombre aquí “que invocare el nombre del Señor”, si tu invocas, si tu oraste, ¿Qué dice que Dios hará? Las dos últimas palabras en el versículo dicen: “Será salvo.” Y eso es lo que Dios hace por ti.
Ahora, amigos, tan bueno como estos tres programas han sido, con nuestros invitados, espera hasta que veas los siguientes tres programas. Vamos a invitar a sus conyugues, y vamos a hablar de las mismas situaciones, pero a través de sus ojos, pues ¿Cuantos de ustedes están cuidando de su madre, su padre, su esposo o su esposa? Ellos están sufriendo, pero tú eres el cuidador, de acuerdo. Estas son las personas que están sufriendo. Y quiero hablar con las personas que han estado teniendo cuidado de ellos. ¿Cómo ven las cosas a través de sus ojos? Queremos animar a los cuidadores. Así que espero que llames a otras personas y les digas que escuchen. Esto va a ser fantástico. Estoy ansioso de hacer estos programas con Cindy Easley y Ken Tada. Los cuatro de ellos estarán aquí, así que únete a nosotros la próxima semana.