La Ayuda de Dios Cuando se Sufre

By: Dr. John Ankerberg, Dr. Michael Easley, Joni Eareckson Tada; ©2014
A.T.R.I P. O. Box 8977, Chattanooga TN 37414

 

Programa 1 – El Diagnostico

Introducción

Announcer
Hoy en el Programa de John Ankerberg

Dr. Michael Easley
Hay lugares a los cuales todo el mundo acude, John, pero cuando todos los apoyos se vienen para abajo, te quedas a solas con Dios y el reconocimiento, que sólo estas tú y el dolor, y dices, no puedo; Cindy no me puede ayudar; nadie más me puede ayudar; los medicamentos no pueden ayudarme. Y está bien, está bien decir: “Me siento solo, Señor, y estoy angustiado, y en verdad necesito Tu ayuda.”

Announcer
¿Cómo Dios te puede ayudar el día que escuches malas noticias de tu médico? Cuando te das cuenta de que vas a vivir con un dolor y el sufrimiento el resto de tu vida. ¿Cómo Dios puede ayudarte para vivir cada día bajo circunstancias tan difíciles? O cuando reconoces que te estás acercando al final, ¿Cómo Dios puede ayudarte en ese instante?

Joni Eareckson Tada
Comencé a pensar en todos los momentos en los que Dios me ha ayudado, en cosas pequeñas, en pequeñas formas, en grandes formas. Y de alguna manera lo vi todo a través de la peculiar, torcida, confusa realidad de mi tetraplejia.

Announcer
Mis invitados de hoy son el Dr. Michael Easley, Presidente Emérito del Instituto Bíblico Moody, y pastor principal en la Iglesia Comunidad Bíblica en Brentwood, Tennessee; y Joni Eareckson Tada, fundadora de Joni& Amigos, un ministerio internacional con personas discapacidad. Escúcheles hablar acerca de, La Ayuda de Dios Cuando Se Sufre, en esta edición especial del Programa de John Ankerberg.

 

Dr. John Ankerberg:
Bienvenidos a nuestro programa. Hoy tenemos un gran programa para todos ustedes. Estamos hablando con el Dr. Michael Easley y Joni Eareckson Tada, y estamos hablando de tres puntos que a su vez, probablemente, todos vamos a experimentar. Y uno de ellos sucede cuando te dan una gran mala noticia, cuando tu médico dice, ¿sabes qué? Usted tiene cáncer; o tienes esclerosis; o te dicen te vas a quedar ciego, o debido a un accidente vas a quedar discapacitado, o tal vez se rompió el cuello, por lo cual va a quedar confinado a una silla de ruedas para el resto de su vida; la mala noticia. Recuerdo cuando mi madre vio a su mejor amiga pasar por esclerosis, la enfermedad de Lou Gehrig, por dos años; sufrió y murió. Y una semana después de que mi madre enterró a su mejor amiga, su médico le dijo a mi madre que ella tenía también esa enfermedad. Ella sabía muy bien cómo los próximos 24 meses iban a ser para ella, y entró en un vuelo en picada, ella entró en depresión, y quiero hablar de ese momento, pues tenemos con nosotros a unos expertos en el dolor, entendidos que se han enfrentado a ese momento, y cuando te enfrentas a ese momento, quiero que tengas algo donde puedas apoyarte. Michael, tú has tenido uno de esos momentos, y tu viajabas por todo el país, eras el presidente del Instituto Bíblico Moody, tenías a tu cargo a miles de jóvenes estudiando. Y mientras ejercías tus funciones, comenzaste a sufrir un dolor, y luego, de repente, en un momento especifico recibiste la mala noticia. Cuéntanos lo que pasó.

Dr. Michael Easley:
Bueno, desde el año 2001, John, he estado batallando con el dolor y diferentes enfermedades de degeneración de disco en mi columna, y me operaron una vez y luego una segunda en el 2008. Y ese fue un momento definitivo en que me dijeron tienes que cambiar tu estilo de vida. Tengo a un gran médico en Illinois, y él dijo, “Dr. Easley, tienes que cambiar tu estilo de vida o vas a quedar en muy mal estado.” Así que, como le digo a la gente, no fue una decisión difícil, pero fue una gran decisión, cambiar todo lo que había esperado ser y había visionado hacer con lo que el futuro tuviese por delante.

Ankerberg:
Pero, ¿Qué en realidad te hicieron, Michael?

Easley:
Bueno, la cirugía mayor que tuve eventualmente fue en mi región cervical, y ellos cortaron cinco vertebras por la mitad. Ellos fusionaron cinco puntos en cada lado de mi región cervical, y así las mantengo unidas con varillas de titanio y tornillos llamados de sistema de montañismo; Me gusta ese nombre, sistema de montañismo. Así que mi cuello está fusionado en la mayoría de las zonas de flexión, y como resultado de esta enfermedad de los discos y las fusiones, vivo con un dolor crónico todo el tiempo.

Ankerberg:
Recuerdo cuando me dijiste que ibas para la sala de operaciones, y tú no sabías, Michael, si ibas a salir con vida.

Easley:
Así es.

Ankerberg:
Pero, ¿Qué estaba pasando por tu mente?

Easley:
Sabes, John, me considero un hombre de la Palabra y encuentro toda mi esperanza en la Palabra. Las personas te pueden dar un poco de ayuda y aliento, pero yo tengo que ir a la Escritura. Y el salmista, en el Salmo 40, llamo a esto teología retrospectiva y él hace un buen trabajo en decirnos, “Miré hacia atrás en mi vida y ahora, en este momento, puedo ver la fidelidad de Dios.” Y un par de cosas del Salmo 40 donde dice, “Al Señor esperé pacientemente.” A: no me gusta esperar, odio esperar, es insoportable para mí. El hebreo es interesante aquí, se trata de dos palabras. Dice en realidad, “Esperé y esperé.” Y creo que para todos los que se enfrentan a malas noticias, o noticias traumáticas, lo desconocido, lo primero que vas a tener que hacer es aprender a esperar pacientemente, el hebraísmo es, “Esperé y esperé,” y podríamos decir “y esperé y esperé y esperé.” Pero luego, Dios se da la vuelta y dice, esta es la respuesta de Dios, “Él se inclinó.” Así que la persona que tiene dificultades, el que está en dolor, el que está en problemas, tiene que elegir el esperar en Dios. Pero luego el salmista dice: “y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor.” Es como si Él dispusiera su oído hacia nosotros. Pues dice: “Él inclinó su oído hacia mí; Él oyó mi clamor “No comprendo esto: Pero Dios escucha las oraciones de Su pueblo, no cambia la situación, pero el salmista dice en el 116, “Amo al Señor, porque oye mis súplicas.” Así que debo de amar a Dios por el hecho que Él me escucha.

Y ahí es donde debemos depositar nuestra esperanza. Él dice, “Me sacó del hoyo de la destrucción.” Y otra vez, él está mirando hacia atrás sobre un evento pasado, así que sé que Dios me ayudó y me libró en ese momento. Y luego dice, “asentó mis pies sobre una roca.” Y tenemos una imagen aquí de esperar en el fango, en el foso, ahogándose en el lodo, si me lo permites, y Dios nos asienta sobre una roca. Puede que no sea literalmente, pero lo hace espiritualmente, y va a ser real en nuestra vida espiritual, Y luego, al final, dice, “Puso en mi boca un cántico nuevo” Y como tú y yo hemos hablado, y vamos a escuchar la historia de Joni también, esa es una transformación: que cuando estás triste y con dolor, hay un lugar, dónde voy a cantar de nuevo algún día, donde voy a encontrar gozo de nuevo. Y luego hace una transición y dice, “Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el Señor su confianza” Así que así pues, damos una vuelta completa. Y cuando llegue el trauma, cuando vengan las malas noticias, para, espera; espera en Él, Mira hacia atrás en tu vida, y ve ¿Cómo Él te ha ayudado en el pasado? Tú estabas en un lugar lleno de lodo; Él te asentó sobre una roca, y decir, puedo confiar en ti, Dios, pueda que sea una larga espera, pero habrá un día en que tendré gozo en mi corazón. Y el hombre y la mujer que consigue esto, es bienaventurado.

Ankerberg:
Tú cuentas de una gran ilustración, de lo que pasaste para prepararte para la cirugía, según ibas por el pasillo. Háblenos acerca de eso.

Easley:
Bien, sabes, te encuentras allí acostado esperando entre extraños, no les puedes ver sus caras, tienen sus rostros cubiertos, tienen sus cabezas cubiertas Y te llevan por esos pasillos de falsos techos y luces, ves las señales de salida y puertas, y es el corredor de la muerte o la vida. Todo queda atrás, dices adiós a tus hijos, yo escribí cartas a mis hijos, escribí cartas a mi esposa, escribí cartas a mis amigos. El último sermón, pones todo a un lado, y dejas tus ropas detrás, tu reloj y anillos, y te llevan a una sala, y personas extrañas te colocan sobre una mesa, y no sabes lo que te van a hacer.

Ankerberg:
¿Qué Dios estaba haciendo por ti mientras te llevaban por el pasillo?

Easley:
La vida, y todas las cosas de la vida, no significan nada. Tú tiene tres cosas: Te tienes a ti mismo; tienes el dolor; y tienes a Dios. Y esas personas van a hacer todo lo mejor posible por ti. Pues para eso es que están capacitados a hacer; y tú confías en ellos, humanamente hablando. Pero si has de despertar o no es decisión de Dios. Pues es el veredicto de Dios.

Ankerberg:
Muy bien, puedes hablar a las personas que de igual manera que mi madre, que acaban de escuchar esto, que están pasando un mal momento, pueda ser que estén cerca de la muerte, pues no lo sabes. O pueda ser que tengas algo que dure por mucho tiempo, pero tu vida ha de cambiar bastante. ¿Cuál es tu consejo para ellos en base de la Palabra de Dios?

Easley:
Es difícil enfrentar el cambio, lo es, no hay que minimizarlo-grandes decisiones son difíciles de hacer, pero ¿Qué vas a hacer? Has de aprendes a esperar; pues, esperando esperas. Y se es paciente en Él. Y así estoy transfiero la energía de la preocupación, el miedo, la depresión y el mucho desánimo, poco a poco como pueda. “Señor, necesito tu ayuda, en el pasado, cuando Tú me ayudaste, me quiero apoyar en eso, Señor, y a lo mejor me vuelves a asentar sobre la roca, pero incluso si no lo haces, sé que Tú eres fiel, sé que eres un Dios bueno.” Es difícil para todos nosotros cuando estamos luchando y enfrentando dificultades, cuando buscamos en la medicina, por ayuda, en nuestros cónyuges, en otras personas, pero nadie puede arreglar tu situación, y llegas a estar en el punto de estar a solas con Dios y vivir con el dolor, creo que esa es la mejor enseñanza que podamos aprender que estás tú a solas con Él.

Ankerberg:
Bien, tú sacaste a relucir un versículo que tiene que ver con estar a solas, ¿creo que fue el versículo 16? Dinos por qué dibujaste un cuadro alrededor del versículo 16.

Easley:
Te estás refiere al Salmo 25:16, donde el salmista dice: “Vuélvete a mí y tenme piedad, porque estoy solitario y afligido.” Hay lugares a los cuales todo el mundo acude, John, pero cuando todos los apoyos son eliminados, te quedas a solas con Dios y el reconocimiento, que sólo estas tú y el dolor, dices, no puedo; Cindy no me puede ayudar; nadie más puede hacerlo; los medicamentos ya no me ayudan. Y está bien, está bien decir: “Me siento solo, Señor, estoy angustiado, y en verdad necesito Tu ayuda.”

Ankerberg:
Eso es fantástico Michael. En un momento vamos a regresar, y vamos a hablar con Joni Eareckson Tada, y ella ha tenido estos momentos de malas noticias varias veces a lo largo de su vida, vamos a preguntarle, ¿Se asimila mejor cuando lo escuchas una y otra vez? ¿En qué ella se sostiene? Vamos a hablar con Joni Eareckson Tada cuando regresemos, quédate con nosotros.

 

Si te gustaría ver el programa de televisión de hoy por el Internet, o leer una transcripción de este programa, puedes hacerlo ahora mismo visitando nuestro sitio web en Jashow.org

Ankerberg:
Muy bien, estamos de vuelta. Estamos hablando con el Dr. Michael Easley y Joni Eareckson Tada. La muy conocida Joni Eareckson Tada, Joni, estamos hablando con las personas en la audiencia, quienes han recibido una mala noticia, pueda ser que hayan recibido la palabra del médico que tienen cáncer o que han tenido un accidente y están incapacitados o que se están volviendo ciegos y todas esas cosas que le suceden a la gente en la vida. Y están en crisis, y necesitan una palabra de aliento, ellos necesitan una palabra de esperanza. Toma el tiempo, para quizás; es decir, hay tantas ocasiones cuando a ti se te han dicho malas noticias. Pero ve a la primera, que suele ser la más difícil cuando el doctor dice, “Joni, tu cuello está roto y no vas a volver a caminar de nuevo, no vas a volver a usar tus brazos. “Bien, puedes llevarnos a ese momento. ¿Qué quieres decirle a la gente acerca de ese momento?

Joni Eareckson Tada:
Cuando los médicos me dijeron que nunca volvería a caminar de nuevo, que nunca iba a utilizar estas manos otra vez, no creo que yo sabía cómo procesar esa información, simplemente rebotó en mi cerebro. Pero, creo que en ese momento estaba un poco confortada por la gran cantidad de tarjetas que había recibido con deseos de que me sintiera mejor, así como regalos, y los conejitos de peluche, y los visitantes que entraban en mi habitación del hospital, había mucha actividad, e iba a hacerme distintas pruebas, y… de repente la realidad golpeó cuando me dieron de alta del hospital, cuando se me envió a mi casa en el campo, y recuerdo estar sentada en mi silla de ruedas en una ventana que da a la pradera, estaba mirando a mis hermanas ensillar sus caballos para ir de paseo. Y todo estaba en silencio, y estaba sola, y creo que fue en ese momento que el horror de la mala noticia comenzó a radicarse en mí.

Hubo muchos días, desesperadamente solitarios en esa ventana, mirando hacia el pasto, y creo que me martirizaba a mí mismo, literalmente, con los recuerdos del pasado, todo lo que había perdido. ¿Qué hubiese pasado si no hubiera hecho ese clavado? ¿Qué si no hubiera ido a la playa? En algún lugar en medio de todo eso, un rayo con un poco de aliento llegó a mí, me recordé de un amigo mío, que cuando vino a visitarme en el hospital había abierto su Biblia—y muchas otras personas hicieron lo mismo, pero él leyó 1 Samuel. Él me dijo: “Joni, un día; No sé cuándo va a suceder, pero vas a mirar a tu silla de ruedas y la vas a llamar tu Ebenezer.” Le dije: “¿Decir qué?” Y él leyó el pasaje de 1 Samuel donde el profeta había visto esa increíble derrota de los filisteos por el Señor Dios. Por lo que Samuel levantó unas piedras como un memorial, y lo llamó su Ebenezer. Y él dice: “Hasta aquí, el Señor nos ha ayudado.”

En el último segmento estaba escuchando a Michael hablar y de recordar todas las veces, de hecho, tú también John, recordaste todas las veces que Dios te ha ayudado, Dios ha estado allí, Y mientras yo estaba sentada en esa ventana, con vistas a los pastos, me preguntaba cómo esta silla de ruedas podría ser una piedra de memoria para mí. Y comencé a pensar en todos los momentos en los que Dios me ha ayudado, cosas pequeñas, pequeñas maneras, grandes maneras, y de alguna manera lo vi a través de una peculiar, torcida, confundida, realidad extraña de mi tetraplejia., y sólo me abracé a la cruz, ahí es donde el Señor me había ayudado en el pasado, Él me había rescatado del infierno, Él me había salvado, había puesto mi confianza en él cuando era una adolescente, y si sólo fuera por eso, sin duda que era suficiente, Dios me había ayudado allí en la cruz, y Él, de alguna manera increíble, me iba a ayudar a soportar esta cruz todos los días. No sabía cómo, no sabía por dónde comenzar, no sabía lo que el mañana iba a deparar, pero fue el comienzo.

Ankerberg:
Me encantó tu ilustración que cuando no podías mover los brazos, las piernas, cuando estabas en esa mesa inmovilizadora, no podías ni siquiera rascarte la nariz, y tenías claustrofobia, y entonces, pensaste en Jesús en la cruz y buscaste en el libro de Hebreos, donde Cristo es el gran Sumo sacerdote que puede compadecerse, empatizar, con lo que estamos sintiendo. Háblanos acerca de eso.

Tada:
Yo quería tanto poner mi confianza en toda la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero Dios parecía tan soberano y Su soberanía en ese momento me atemorizaba. La estabilidad de esta parálisis; y me preguntaba, ¿quieres decir esto que Dios me quiere dejar así? Es decir, ¿Es esta la forma que la vida tiene que ser para mí de ahora en adelante? Me atemorizaba hasta la muerte, y no podía más, yo sé que esto no es teológicamente correcto, y Michael probablemente me reprenderá por ello más tarde—pero yo no podía envolver mi corazón o mi cabeza o mis manos alrededor de la soberanía de Dios en ese momento, en ese instante. Bueno, más tarde lo hice, pero en ese momento estaba muy atemorizada. El futuro era demasiado abrumador, y así pues, corrí a encontrarme con Jesús. “¡Oh, Jesús, tu entiendes! Sabes por lo que estoy pasando, tu puede entender mi dolor.” Y pensé en Jesús paralizó en Su cruz, y ese pensamiento vino a mí, y me consoló enormemente saber que mi Salvador entendía lo que significaba tener manos que no podían moverse. Él estaba en una posición incómoda, retorcida, clavado en esa cruz, y yo me sentía como clavada a mi silla de ruedas. Pero fue tan reconfortante saber que mi Salvador entendía, y no sólo que Él entendía, pero que, Él venció—Su muerte, Su sufrimiento—Él me daría el poder para superar todo esto de alguna manera. Era sólo una pequeña semilla de mostaza de fe con la que yo estaba luchando, pero fue suficiente para que me iniciara en la dirección correcta.

Ankerberg:
Muy bien, Michael, toma ese pasaje en Hebreos 4 acerca de Jesús, donde se muestra como nuestro gran Sumo sacerdote y explícanoslo.

Easley:
“Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.” Obtenemos aquí esta imagen de Cristo intercediendo en nuestro favor, por cada dolor, cada decepción, todo por lo que hemos anhelado, sufrido, especulado, Él ya lo ha experimentado, y Él está intercediendo por nosotros, por lo que podemos abrasarnos a este gran Sumo sacerdote, y frente a Él nos encontramos totalmente necesitados, pero Él lo sabe todo acerca de nosotros, pues ya ha pasado por ese camino. Y ese es nuestro enlace, y me abrazo al Sumo sacerdote, pues es ahí donde debo de estar, por mi bienestar, pues Él entiende todo lo que estamos pasando.

Ankerberg:
Joni, me hubiese gustaba poder haber hecho un programa para mi madre, nunca lo hice, se me pasó por alto, estaba aturdido por lo que ella estaba pasando. Pero ahora tengo amigos por ahí, y tú tienes amigos, y Michael conoce de personas, y hay personas en todo el mundo que han recibido malas noticias, lo que les ha cambiado su vida para siempre, a lo mejor su tiempo aquí sea corto, o a lo mejor tendrán que pasar un tiempo con dolor y sufrimiento, pero hay muchas personas en este momento, que quieren saber, ¿Qué puedes decirles? Comparte con ellos algunas palabras de ánimo.

Tada:
¡Sí!, me gustaría decir a todo el mundo que en primer lugar tomen un gran suspiro, que respiren profundo y exhalen. Y que compartan su tristeza con amigos, pero, cuidado, ten en cuenta que a la miseria le gusta la compañía, y te puede hundir rápidamente. Así que, busca de personas que te infundan esperanza, consigue personas que estén orando por ti, que te alienten, que te encaminen a la Palabra de Dios. Y luego respira en la gracia de Dios, y exhala el miedo, respira la misericordia de Dios, y exhala la ansiedad y la preocupación, respira el amor de Dios, y exhala el miedo al futuro. Michael nos dijo una cosa maravillosa sobre cómo tratar con el dolor. Su consejo fue: “Ocúpate en lo siguiente.” Es decir, levántate y haz lo que está por delante, y encuentra otras personas cuyos malos informes médicos puedan ser peores que los tuyos. Ellos están ahí fuera, están en tu hospital, están en tu vecindario, son parte de tu familia de la iglesia. Conecta con ellos, orar por ellos, incluso cuando Jesús estaba en la cruz, en Su lecho de muerte, Él estaba pensando en los demás, a Su derecha y a Su izquierda. Él estaba cuidando de Su madre y el consoló a su mejor amigo, al pie de la cruz aun cuando Él estaba muriendo. Y Él nos puede dar la gracia para hacer lo mismo, y la perspectiva brillante que te abrumara cuando seas capaz de mirar más allá de su propio diagnóstico, de los diagnósticos de los demás, y es cuando la sanidad comienza.

Ankerberg:
¡Qué buenas palabras! Ahora, Michael, hay algunas personas que dicen: “No tengo ni la menor idea de conocer a Jesús de la manera en que ustedes están hablando sobre Él.” ¿Cómo ellos pueden conocer a Jesús íntimamente? ¿Cómo pueden saber que Él es el Único que ha perdonado sus pecados y que va entrar en sus vidas y a estar con ellos a pesar de cualquier cosa?

Easley:
En algún momento en la vida nuestros apoyos nos fallan. La gente nos fallan; amigos nos fallan; cosas nos falla; nuestra salud nos falla. Y a menos que estemos confiando en Cristo y sólo en Cristo, no tendremos esperanza, Él vivió, murió, fue sepultado, Su muerte fue confirmada, y luego resucito, y Él resucito a una nueva vida y que ahora Él ofrece a cualquiera y a todos los que ponen su confianza en Cristo y sólo en Cristo para su salvación. Pero, estamos tan programados a querer hacer cosas para lograr cosas. ¿Qué puedo hacer para conseguir la atención de Dios? Ser un poco más bueno, trabajar más—pero así no se obtiene ninguna atención de Cristo. Pues es sólo por Su obra. Así que hemos de confiar en lo que Él ha hecho a nuestro favor, en lugar nuestro, y por confiar, por fe, por creer, Él nos da un regalo, un don gratuito llamado vida eterna. Es el regalo más grande que Él nos puede dar. Así pues, para nuestros cuerpos que están decayendo y en descomposición y degenerativamente desapareciendo, obtenemos una nueva vida, una nueva creación, que estará con Cristo para siempre. Y Joni podrá bailar con Ken y yo estaré libre de dolor y es un eschaton, un nuevo reino que no podemos ni imaginar. Entonces, ¿Por qué nos aferramos a la carcasa pecaminosa del egoísmo y la decepción cuando Dios nos da una oferta de una vida eterna, el perdón de los pecados, la comunión con Él para siempre? Es confiar. ¿Crees en Jesucristo?

Ankerberg:
Amigos, puedes orar ahora mismo y pedirle a Jesús que entre en tu vida. Puedes decir, “Quiero poner toda mi confianza en Ti, lo que hiciste en la cruz es todo lo que necesito para estar frente Dios, limpio de mi pecado, y por eso voy a confiar en ti, y así puedes venir a mi vida y capacitarme para poder vivir las circunstancias que estoy viviendo.”
Ahora, estamos hablando en este programa sobre qué pasa cuando escuchas malas noticias. La próxima semana vamos a seguir hablando con aquellos que han sufrido, qué sucede cuando llegas a casa el primer día de la gran mala noticia, por la que ahora tienes que perdurar. Estás sufriendo de dolor y parece ser que seguirás así por siempre y para siempre. Joni ha estado en esa silla de ruedas por 46 años. Michael ha estado sufriendo durante mucho tiempo. ¿Cómo Dios te puede ayudar cuando parece que todos los días van a ser de sufrimiento y dolor? Muchos de ustedes se encuentran en esa situación. Luego, vamos a hablar cómo enfrentar la meta final, pues algunos de ustedes casi están llegando al final.
Ahora, en nuestros próximos programas, tres de ellos, vamos a tener con nosotros a sus conyugues. ¿Cómo es para los que tienen que cuidar de ellos pasar por la misma situación, en el momento que sus compañeros escucharon las malas noticias? ¿Cómo reaccionaron? ¿Cómo se sienten al haber estado a cargo del cuidado de ellos por todos estos años? ¿Qué sucede? ¿Qué necesitan saber aquellos que están al cuidado de otros? ¿Cómo buscan la ayuda de Dios? Y ¿Qué hacen los que cuidan de otros cuando sienten que han tocado fondo? Así pues, esa es la serie de programas, y esperamos que te unas a nosotros. Va a ser algo que creo que es muy valioso. Gracias por estar con nosotros. Nos vemos la próxima semana.

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